Punto y aparte.

Setenta y dos.

Setenta y dos han sido las horas que me he regalado este año.

Setenta y dos, como mi año de nacimiento.

¿Cuánto tiempo hace que no te regalas tiempo? Yo, hacía demasiado que no me lo regalaba, pero a comienzos de año sentí que me lo merecía y así que decidí entregarme tiempo para crear. Tiempo para seguir creciendo.

Durante setenta y dos horas he dejado las compuertas de mi mente abiertas a todos los personajes que quisieron colarse en ella, he dejado fluir las ideas, he jugado con las palabras…

Setenta y dos horas aprendiendo conceptos nuevos y recuperando algunos que se amontonaban en los lugares más recónditos de mi cerebro.

Setenta y dos horas venciendo el pudor de compartir mis primeros relatos con mis compañeros y mi profesor y disfrutando aprendiendo de los de los demás.

Hoy el reloj paró de contar las horas. Se acabó este primer acercamiento a la escritura. Ese tiempo libre para fluir, para crear.

Hoy he de poner un punto al final de mi texto.

El gusanillo ha entrado dentro de mí.

Me temo que será un punto y aparte.

Gracias a nuestro profesor, Víctor Conde, por darnos la llave para abrir las compuertas y a la Escuela Literaria por hacernos sentir como en casa. (www.escuelaliteraria.com)

Gracias a todos los compañeros, Ana, María Luisa, Nieves, Juan y Viviana, por compartir sus historias y sus sueños.